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HISTAMINA Y ALIMENTACIÓN
¿Eres de esas personas que al tomar ciertos alimentos se les pone roja la zona de alrededor de la boca, pero con solo lavarse se les quita? eso es muy típico al comer berenjenas, sobre todo las que son en conserva tipo berenjena de Almagro. Así que, como curiosos que somos, en 200 Grados nos pusimos a buscar la causa y así es como descubrimos la histamina de los alimentos.
¿Qué es la histamina?
La histamina es una sustancia, amina, que produce nuestro organismo de manera natural pero que también forma parte de los alimentos que ingerimos, tanto de origen animal como vegetal.
Una de sus funciones principales es la que ejerce en nuestro sistema inmunológico. Es una de las principales sustancias que libera nuestro organismo como reacción a una alergia y, es por eso que se asocia al lagrimeo, rinitis, picores, etc., y, automáticamente, al consumo de un antihistamínico.
También participa en la respuesta inflamatoria del organismo, actúa como neurotransmisor y facilita la secreción de los ácidos del estómago.
Pero esta amina no aparece tan solo como respuesta a una reacción alérgica, sino que también puede ocasionar problemas a nuestro organismo su acumulación excesiva y las dificultades para eliminarla. Es lo que se conoce como histaminosis.
Factores que ocasionan un exceso de histamina
Cuando hay un desequilibrio entre la histamina ingerida y la capacidad de su metabolización por parte del organismo, la histamina comienza a pasar a la sangre a través del epitelio del intestino. Es entonces cuando se produce esa acumulación y da lugar a la ya mencionada intolerancia a la histamina o histaminosis.
Este exceso de histamina y su acumulación en el organismo se puede deber a diversas causas:
- Uso de medicamentos que inhiben la actividad de la enzima DAO.
- El efecto de ciertos hongos, bacterias y parásitos.
- Exceso de trabajo del hígado o razones genética que llevan a problemas en su metabolización por parte de este órgano.
- Disminución de la actividad de las enzimas encargadas de metabolizarla.
- Una alimentación poco equilibrada y con exceso de alimentos ricos en histamina.
La enzima DAO (diamino oxidasa) es la enzima principal encargada de metabolizar la histamina. Se produce en el intestino, debido a lo que problemas en la función intestinal pueden ocasionar que esta enzima no actúe como debería o exista una disminución en su producción, provocándose la acumulación de histamina. Esto puede explicar porque se ha visto que las personas que padecen problemas gastrointestinales son más susceptibles de padecer una intolerancia a la histamina.

Síntomas de una intolerancia a la histamina
Uno de los grandes problemas de esta patología viene por la complicación a la hora de su diagnóstico. Esto es debido a que, según donde se libere y a que receptores se una, la histamina puede provocar síntomas de lo más diferentes, ocasionando que estos se traten de manera aislada por diferentes profesionales médicos, costando ver que la causa es común.
Algunos de los principales síntomas que pueden aparecer son:
- Dolor de cabeza.
- Diarrea.
- Estreñimiento.
- Flatulencia.
- Dolor de estómago.
- Acidez.
- Náuseas.
- Trastornos cutáneos como urticaria, picor, sarpullidos, eccemas, sequedad, etc.
- Dolores musculares.
- Astenia o gran sensación de cansancio.
- Presión arterial baja.
- Arritmias.
- Goteo nasal.
- Ojos llorosos.
- Desajustes hormonales.
Estos síntomas también pueden corresponder con una reacción alérgica, pero se diferencia en que, en el caso de la intolerancia a la histamina, no actúa la inmunoglobulina E (IgE), que es lo que da positivo en las pruebas de alergia, ni existe una memoria inmunológico-adquirida.
Hay que destacar que estos síntomas no tienen por qué aparecer inmediatamente después de ingerir un alimento rico en histamina, sino que pueden hacerlo horas o, incluso, días después, en cuanto la acumulación supera los niveles admitidos por el organismo. Esto complica también la posibilidad de establecer una relación directa y descubrir si hay algún alimento concreto que genera este problema.
Alimentos ricos en histamina
No existe una lista concreta de alimentos que vaya de más a menos ricos en histamina, debido a que pueden variar mucho en función de su madurez, de su procesamiento y hasta de su almacenamiento. A pesar de las variaciones que puedan existir según la fuente que se consulte, los que sí se pueden considerar aceptados por todas como los principales alimentos ricos en histamina son aquellos que se encuentran fermentados o añejados o aquellos que se deterioran microbiológicamente con rapidez.

A continuación, os dejamos una lista de los alimentos ricos en histamina o que favorecen su liberación sobre los que hay más consenso:
- Encurtidos: pepinillos, berenjenas, chucrut.
- Alcohol: vino, cerveza, espumosos.
- Té negro y verde.
- Pescados fermentados y ahumados: atún, caballa, arenques.
- Carnes curadas: beacon, chorizo, salchichas, salami.
- Embutidos.
- Quesos: de cabra, curado, suizo, cheddar, parmesano.
- Productos lácticos fermentados: yogur, kéfir.
- Verduras: tomate, espinacas, pimiento, berenjena.
- Frutas: cítricos, fresas, piña, frutos rojos, ciruelas.
- Legumbres: soja, lentejas, judías, garbanzos.
- Frutos secos: nueces, cacahuetes, almendras.
- Vinagre.
- Chocolate.
- Harina de trigo y de arroz.
Importancia de la dieta en el tratamiento de la histaminosis
Ante una sospecha de intolerancia a la histamina, es importante que consultemos con un profesional médico para tratar de buscar el origen de la misma, por si se debe a una patología subyacente que pueda ser tratable (por ejemplo, cuando se tratan el síndrome del intestino irritable o el sobrecrecimiento bacteriano intestinal, las reacciones a la histamina a menudo disminuyen).
Pero lo que está claro, es que se deba a la causa que se deba, la primera medida como tratamiento es realizar una dieta baja en histamina. Esta dieta es importante que sea supervisada por un profesional para irla ajustando de manera adecuada sin caer en un posible déficit nutricional.
Este tratamiento suele comenzar con una dieta muy restrictiva, en la que se intenta minimizar lo más posible la ingesta de alimentos ricos en histamina. Si pasadas unas semanas los síntomas comienzan a mejorar, se irá retocando, valorando y ajustando la cantidad de histamina que cada persona pueda asimilar.
Este es un ejemplo muy claro de cómo un simple cambio en la dieta puede llegar a ser decisivo en la mejora de unos síntomas que pueden llegar a condicionar mucho a la persona y hacerla consumir una serie de medicamentos que, realmente, no le eran tan necesarios.
Y recordad, “Que tu medicina sea tu alimento y que tu alimento sea tu medicina” (Hipócrates).
Un saludo. 200 Grados